09/23/2024 | Press release | Archived content
Mientras los dirigentes mundiales se reúnen en Nueva York con motivo del 79º periodo de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas y asistimos al riesgo real de que el conflicto en Gaza se extienda a nivel regional, hacemos un nuevo llamado a poner fin al atroz sufrimiento humano y la persistente catástrofe humanitaria.
Lamentamos profundamente la muerte de inocentes en todo el mundo, incluidos los que fueron asesinados el 7 de octubre y durante los 11 meses de conflicto posteriores.
Pedimos urgentemente un alto el fuego incondicional, inmediato y duradero. Es la única forma de salvar vidas y poner fin al sufrimiento de la población civil.
Todos los rehenes y las personas detenidas arbitrariamente deben ser liberados de inmediato y sin condiciones.
Hay que garantizar el acceso seguro y sin restricciones de los trabajadores humanitarios para que puedan atender a la población.
Las necesidades de ayuda son abrumadoras y la violencia persiste. En estas condiciones, no podemos hacer nuestro trabajo. Según el Ministerio de Salud de Gaza, más de 41 000 palestinos -en su mayoría civiles, incluidos mujeres, niños, ancianos y, en ocasiones, familias enteras- han muerto y más de 95 500 han resultado heridos. Se calcula que una cuarta parte de los heridos, unas 22 500 personas, necesitarán rehabilitación especializada y atención crónica. Muchos sufren lesiones graves en las extremidades, amputaciones, lesiones medulares, traumatismos craneoencefálicos y quemaduras graves.
Más de dos millones de palestinos carecen de protección y viven sin acceso a alimentos, agua, saneamiento, refugio, atención médica, educación, electricidad y combustible, es decir, sin las necesidades básicas para sobrevivir. Muchas familias han sido trasladadas varias veces a la fuerza, desplazándose de un lugar a otro bajo la constante amenaza de la violencia.
La dignidad, la seguridad, la salud y los derechos de las mujeres y las niñas se han visto gravemente comprometidos.
El riesgo de hambruna sigue presente. Unos 2,1 millones de personas necesitan urgentemente asistencia alimentaria para subsistir, pero se sigue obstaculizando su acceso a la ayuda humanitaria.
Se han registrado más de 500 ataques contra la atención de salud en Gaza y los servicios médicos están bajo mínimos.
Ha sido necesario reubicar y reconstruir varias veces los centros de ayuda. Se ha disparado a convoyes que transportaban ayuda vital y se les ha retrasado y denegado el acceso, y un número sin precedentes de trabajadores de socorro humanitario ha perdido la vida. El número de trabajadores humanitarios fallecidos en Gaza en el último año es el más alto registrado en una sola crisis.
El uso innecesario y desproporcionado de la fuerza en la Ribera Occidental, sumado a la escalada de violencia de los colonos, las demoliciones de viviendas, los desplazamientos forzados y las restricciones discriminatorias a la circulación han aumentado más si cabe el número de heridos y víctimas mortales.
La guerra también pone en peligro el futuro de todos los palestinos y les aleja de la posibilidad de recuperarse después del conflicto.
Asimismo, cerca de 100 rehenes permanecen en Gaza, y los que han sido liberados denuncian que han sufrido maltrato e incluso agresiones sexuales.
El comportamiento de las partes involucradas durante el último año no refleja en absoluto su afirmación de que cumplen el derecho internacional humanitario y las normas mínimas de humanidad que este exige.
Hay que proteger a los civiles y satisfacer sus necesidades básicas. Las graves violaciones del derecho internacional humanitario y de los derechos humanos no deben quedar impunes.
Las organizaciones humanitarias y de ayuda han hecho todo lo posible por brindar asistencia en Gaza y la Ribera Occidental. Muchos trabajadores humanitarios han asumido un alto riesgo personal y lo han pagado con la vida.
Nadie puede dudar de nuestra capacidad para prestar ayuda, siempre que tengamos el acceso necesario. Prueba de ello es la primera ronda de la campaña de vacunación contra la poliomielitis, en la que se vacunó a más de 560 000 niños menores de 10 años. La segunda ronda debe llevarse a cabo sin riesgos para que todos los niños gazatíes queden inmunizados.
Reiteramos nuestro llamado a los dirigentes mundiales a fin de que utilicen su influencia para garantizar el respeto del derecho internacional humanitario, el derecho internacional de los derechos humanos y las sentencias de la Corte Internacional de Justicia. Deben ejercer la presión diplomática necesaria y cooperar para poner fin a la impunidad.
Seamos claros: la protección de los civiles es un principio básico para la comunidad internacional y conviene a todos los países. Si permitimos que continúe la aberrante espiral de violencia generada por esta guerra en el Territorio Palestino Ocupado, las consecuencias para el mundo entero serán inimaginables.
Hay que poner fin a estas atrocidades.